Escoger una buena silla de ruedas es mucho más que elegir entre modelos. Para el usuario que pasa muchas horas sentado, a veces sin poder cambiar de posición por cuenta propia, la silla tiene un efecto directo en la postura, la respiración, la digestión, la circulación y en la piel.
Por eso, es importante considerar cuatro factores esenciales al elegir una silla de ruedas: Posicionamiento, Estabilidad, Variación y Protección de la piel
Posicionamiento
Una buena posición en la silla evita dolor, fatiga y problemas respiratorios o digestivos. Esto es vital para funciones como respirar bien, hablar, comer o simplemente socializar. La clave está en la pelvis: si está bien alineada, la columna, la cabeza y los ojos también lo estarán.
Una mala postura puede generar:
Dolor muscular y articular
Problemas para tragar o respirar
Riesgo de úlceras por presión
Fatiga o pérdida de funcionalidad
Por eso, la silla de ruedas ideal debería permitir al menos dos posiciones:
Una activa (para estar erguido y participar)
Una de descanso (con reclinación y basculación para liberar presión)
Puntos extra si la silla dispone de múltiples ajustes y accesorios para adaptarla aún más al usuario.
Estabilidad
Una vez se logra una buena postura, el siguiente paso es mantenerla. No todas las personas tienen fuerza muscular suficiente para estabilizarse por sí solas. Por eso, es esencial que la silla aporte la estabilidad necesaria mediante:
Reposapiés y soportes para piernas
Cojín y respaldo ergonómicos
Reposacabezas y reposabrazos
Soportes laterales
Cinturones pélvicos
Arnés de tronco
Mesas auxiliares
Un usuario activo con lesión medular baja puede preferir un respaldo bajo que permita más movilidad, pero un usuario con deformidades posturales necesitará soportes externos para evitar deslizamientos o caídas laterales.
Variación
Estudios muestran que muchos usuarios pasan entre 1,5 y 3 horas sin hacer ningún cambio postural. Estar sentado por muchas horas sin moverse presenta un riesgo real. Cambiar de posición regularmente es clave para prevenir úlceras por presión, mejorar la circulación y reducir dolores musculares.
Se recomienda el uso de sillas de ruedas con funciones de posicionamiento, como basculación y reclinación, ya sean manual o eléctrica, según las capacidades físicas de cada usuario.
En los casos donde estas funciones no estén disponibles o como complemento, se pueden aplicar técnicas activas, como inclinarse hacia adelante, junto con programas personalizados de movimiento y descanso. Estos programas consisten en rutinas diseñadas específicamente para promover cambios posturales seguros y efectivos a lo largo del día, con el fin de reducir la presión prolongada y mejorar la circulación.
Ahora bien, es imprescindible que cualquier técnica de cambio postural sea evaluada, enseñada y supervisada por un profesional, como un médico, fisioterapeuta o técnico ortopédico.
Protección de la piel
El 50% del peso corporal se concentra en solo el 8% de la superficie del cuerpo: los isquiones. Esto genera mucha presión en un solo punto y resulta en úlceras.
Factores que aumentan el riesgo de úlceras:
Presión prolongada sin cambios
Cizalla y fricción
Humedad e incontinencia
Pérdida de sensibilidad
Mala nutrición
Envejecimiento de la piel
¿Cómo ayuda una buena silla de ruedas?
Distribuye el peso correctamente
Reduce la presión en zonas óseas
Minimiza la fricción y los deslizamientos
Se adapta con cojines, respaldos y soporte adecuados
Escoger la silla de ruedas correcta no se trata solo de movilidad, sino de salud, autonomía y bienestar. Consulte siempre con profesionales especializados en sedestación y ayudas técnicas. No hay una sola silla ideal, pero sí hay una ideal para cada persona.
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