Ambos dispositivos sirven para la bipedestación del usuario. Sirven, en una base diaria, para adoptar la posición vertical y también suelen ser usados en terapias de rehabilitación.

El uso de un dispositivo bipedestador a largo plazo es muy indicado para quienes no tengan la capacidad neuromuscular para levantarse y cambiar de postura. Al evitar permanecer en una posición de reposo durante un período prolongado de tiempo, se previenen las úlceras, se facilita la circulación, la digestión y la evacuación. Ayuda a estirar los músculos y tendones, previniendo así contracturas. Extiende la cavidad abdominal, lo que favorece la respiración. Además, psicológicamente, puede estimular la actividad cognitiva y animar a la comunicación. 

Ahora bien. ¿Qué diferencias hay entre un parapodium y un plano inclinado?

Los parapodium son aparatos diseñados para dar soporte al tronco y a los miembros inferiores. Permiten al usuario cierto movimiento, controlado normalmente mediante movimientos de inclinación lateral del tronco.

El dispositivo actúa bloqueando las rodillas del usuario contra el soporte acolchado. Posiciona los pies en la plataforma y eleva la pelvis, lo que permite al usuario cambiar de una posición sentada a una de pie gradualmente, paso a paso, dependiendo de su habilidad y capacidad.

Los planos inclinables son dispositivos de verticalización progresiva, consistentes en una estructura rígida con diferentes puntos de apoyo que, a diferencia de los parapodium, inclinan progresivamente el usuario para conseguir una bipedestación pasiva y el control del equilibrio. 

Existen bipedestadores manuales que deben ser usados con ayuda de otra persona y bipedestadores eléctricos en los que el propio usuario puede ponerse de pie de manera autónoma.

Lo mejor es que consulte a su médico especialista para que le indique cuál es el modelo más indicado en función de las necesidades del usuario.